Cuento: El tren de la Navidad.


ADORNAMOS NUESTRO ÁRBOL

Al entrar hoy en clase, Lula y Pepe, se han encontrado con una bonita sorpresa, en la clase, había un tren gigante de Navidad, aunque estaba sin pintar, y parecía un poco triste.
La profesora les ha explicado que el tren de la navidad es un amigo de Pino, que había venido a visitarnos y a quedarse con nosotros hasta después de la Navidad.
Pero ocurría algo, y es que Pino y el trenecito de la navidad, habían vivido una hermosa aventura.
A Pino, le gusta recorrer el mundo y en uno de sus viajes, se encontró con el trenecillo.
-    Escuchar bien- les dijo la profe- que os voy a contar la historia.
“Hace mucho, mucho tiempo, Dios premió a Pino por portarme bien, con unas hermosas bolas de Navidad, y una estrella para ponérmela de sombrero.
A pino, siempre le ha gustado viajar por el mundo, la tierra es un lugar hermoso, tiene agua, flores, plantas, animales y personas maravillosas. Así que Pino, recorre el mundo, en busca de aventuras.
En una de sus aventuras, Pino, iba montado en un enorme camión, porque quería recorrer el mundo entero, pero, le ocurrió algo, y es que el camión pinchó una rueda, así que tuvo que parar a dormir en un pueblecito muy pequeñito, donde había, muchos, muchos niños.
Pero estos niños eran muy pobres, y cuando la montaña se llenaba de nieve por el invierno, nadie podía llegar hasta el pueblo.
En ese pueblecito, Pino conoció a una niñita, que se llamaba Catalina. Catalina era una niña muy linda, pero estaba muy, muy enferma, y tosía todo el rato, además tenía mucha fiebre, pero nadie podía llegar hasta el pueblo para llevarle las medicinas.
Así que, Pino tuvo una idea, iría a buscarlas él.
-    No vayas- le dijo Catalina- Puedes caerte con la nieve, y te harás una enorme herida.
-    No pasa nada, Catalina, yo tengo unas enormes raíces para sujetarme en la nieve.
-    Pero, ¿Y si no puedes volver?- le dijo la niña asustada- te perderás tu viaje por el mundo.
-    Esta aventura es mucho mejor que recorrer el mundo- le dijo Pino- pero volveré con tus medicinas.
Pino se marchó del pueblo, pasó mucho frío, tenía que dormir en la montaña, y no tenía nada con lo que arroparse. Algunas de sus ramas se habían quedado atrapadas entre la nieve, y al intentar sacarlas de allí se le habían partido.
Se puso enfermo, por el frío, y en su tronco, había muchas heridas, pero eso no importaba, tenía que llegar al otro pueblo y coger las medicinas para Catalina.
Después de muchos días andando por la montaña, Pino, consiguió llegar al otro pueblo, donde compró las medicinas para llevárselas a la niña, pero estaba tan cansado, que no podía viajar más, no podía volver al pueblo de Catalina.
Intentó convencer a un taxi para que le llevara, pero el taxi no quería, intentó convencer a un autobús, pero tampoco querían viajar entre la nieve. Se lo pidió a los grandes trenes de la zona, pero ninguno quería ayudar, podían quedarse atascados en medio de la nieve, y nadie iría en su ayuda.
Pino estaba muy triste, tenía que volver con Catalina, ella estaba muy enferma y había que curarla.
A lo lejos, metido en una montaña durmiendo, se encontraba un pequeño tren, del que todos los demás se reían, porque era muy pequeño, y nunca había podido viajar a ningún sitio, y menos en la navidad, que hacía tanto frío.
Pino, se sentó a su lado al verle llorar:
-    ¿Qué te pasa amigo tren?
-    Estoy triste- contestó el trenecito- como no soy grande como los demás, tengo que quedarme quietecito en la montaña.
-    Yo creo que también me tendré que quedar aquí- le dijo Pino- Tenía que ir al pueblo de al lado, a llevar medicinas a una niña enferma, pero nadie quiere llevarme.
-    En esta época del año, nuestros raíles se congelan y podemos quedarnos atrapados en la nieve.
-    Lo sé, por eso tampoco quiero pedírselo a nadie, me dijeron que tienen viajes que hacer dentro de unos días y no pueden quedarse atrapados en la montaña
-    Pero, yo tengo una idea- dijo el trenecito-yo puedo llevarte.
-    No puedes- le dijo un pajarillo que pasaba por allí- eres pequeño, no podrías subir la montaña.
-    Tiene amigos que le ayudarán- le dijo su amigo Oso- Trenecito, si tú quieres, yo te acompaño, y si te quedas en la nieve, estaré contigo.
-    Yo también te acompaño- dijo su amiga la jirafa.
-    Y yo- Dijo también el cerdito- todos te acompañaremos.
-    ¿De verdad?- Dijo el trenecito.
-    Si quieres hacer algo bueno-le dijeron los animales, todos iremos contigo.
-    Pero, podemos quedarnos atascados en la nieve- les dijo Pino.
-    Trenecito es nuestro amigo- le contestó el oso- si él se queda atrapado en la nieve, nosotros también.
-    Está bien- dijo el trenecito- vamos a llevar esas medicinas a Catalina.
Todos se montaron en el trenecito, mientras los trenes más grandes se reían.
-    Este trenecito nunca conseguirá subir la montaña- decía uno de los grandes trenes.
-    Se quedará atrapado en la montaña- decía otro.
-    Yo sé que podrás hacerlo- le dijo su papá- yo ahora estoy muy mayor, y no puedo acompañarte, pero, lo conseguirás.
-    Claro- dijo el trenecito- lo haré papá-
Al trenecito le costó mucho subir la montaña, a veces se caía para atrás y otras veces se quedaba atrapado por la nieve, pero siempre, siempre, sus amigos le decían que tenía que seguir adelante, y le empujaban para que pudiera continuar.
El trenecito estaba muy contento, estaba haciendo su primer viaje.
Cuando consiguieron llegar al pueblo de al lado, Catalina les esperaba, se tomó las medicinas y se curó.
Pino, sabía, que tenía que dar un premio al trenecito por haber sido tan valiente.
Dios le dio un montón de campanas y estrellas para adornar ese tren mágico, por eso, cuando los niños del mundo oyen una campana sonar, significa que el tren mágico, viene a ayudarles y que nunca estarán solos.

El tren de la Navidad, se llena cada año de regalos para los niños pobres, de medicinas y comida. Vamos a adornar nuestro tren de la Navidad, con campanas de colores y estrellas de la Navidad, para acordarnos de los niños pobres del mundo.

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